Thursday, November 16, 2006

BIODIVERSIDADSUSTENTO Y CULTURAS
Nueva York: huertas urbanas de vanguardiapor Carmelo Ruiz Marrero*
Diciembre 1999


* Carmelo Ruiz Marrero es periodista puertorriqueño e investigador asociado del Instituto de Ecología Social en Estados Unidos.


Esta breve reseña realizada por Carmelo Ruiz, sobre un libro muy especial titulado "Horticultura de Vanguardia" ("Avant Gardening"), nos posibilita acercarnos a conocer la experiencia de miles de ciudadanos en Nueva York que han convertido terrenos baldíos en espacios para la comunidad. Varias reflexiones se pueden hacer de estas experiencias: la seguridad alimentaria en las ciudades, agricultura peri-urbana, el Tercer Mundo dentro del primero y, también, acerca del racismo y la xenofobia.


Los términos «ecología» y «medio ambiente» evocan en las mentes de muchas personas imágenes de paisajes rurales y silvestres, y áreas naturales que no han sido tocadas por la mano humana. Pero, ¿Acaso las ciudades son zonas perdidas para la ecología? ¿Es que el movimiento ambiental no tiene nada que buscar en las grandes urbes?
El libro "Horticultura de vanguardia: lucha ecológica en la ciudad y el mundo" («Avant Gardening: Ecological struggle in the city and the world»), una antología de ensayos editada por Peter L. Wilson y Bill Weinberg, contiene textos sobre el contexto cultural, social y político de la ecología, con énfasis particular en las luchas ecológicas que se dan actualmente en la ciudad de Nueva York. En esa megalópolis, que para muchos ecologistas representa todo lo que el planeta Tierra no debería ser, miles de ciudadanos se han tomado la iniciativa de rescatar lotes baldíos para convertirlos en jardines de la comunidad.
En sus ensayos, los colaboradores John Wright, Bernadette Crozart y Sarah Ferguson narran los esfuerzos y logros de los activistas que han creado estos huertos guerrilleros en medio del concreto.
En Nueva York hay actualmente unos once mil lotes baldíos en manos del municipio. En Harlem solamente, el municipio es dueño de 1500 lotes baldíos y 1800 edificios abandonados. Estos espacios son un peligro para los residentes cercanos, especialmente los niños, porque son usados como vertederos clandestinos, y en ellos merodean adictos al crack y ratas del tamaño de gatos.
Frente a esta situación, grupos de ciudadanos se dieron a la tarea de rescatar algunos de estos terrenos y convertirlos en zonas verdes. Hoy día, Nueva York tiene alrededor de 700 huertos de la comunidad que ocupan 200 acres, lo cual es cuatro veces el tamaño del Jardín Botánico de Brooklyn. Suena como mucho, pero no es más de una décima parte del área que ocupan los lotes baldíos de la ciudad.
La creación y mantenimiento de estos huertos ha desatado una dinámica social extremadamente positiva. Los vecinos llegan a conocerse, y puertorriqueños, anglosajones, dominicanos, colombianos, polacos e inmigrantes de otras nacionalidades trabajan juntos plantando árboles y plantas comestibles, haciendo impresionantes murales, invirtiendo millones de dólares en materiales y labor, solicitando fondos de fundaciones, cabildeando a los políticos para obtener su apoyo, haciendo recitales de poesía y conciertos de jazz. En fin, de todo para mantener y cuidar estos huertos, que han resultado ser vehículos de organización social, renacimiento cultural, recuperación ecológica y regeneración espiritual.
Uno de los más célebres de estos huertos fue el jardín Chico Mendes, que estaba en la esquina de la calle diez con avenida B en Manhattan, en una zona conocida como Pequeño Puerto Rico. En la década de los 80 no era más que un horrible lote baldío, y la comunidad sacó de ahí la basura, los escombros y los drogadictos (estos últimos, después de cruentos combates callejeros). Tras la limpieza, se plantaron tomates, repollo, habichuelas, ajo y culantro, construyeron una casita de madera y una capilla a Santa Clara asentada sobre arbustos de menta y rosas.
Y además, un estanque con peces rodeado de iconos religiosos, incluyendo un buda, la Virgen María, una estatuilla de un indígena americano y un ídolo africano tallado en madera.
En diciembre de 1997 los bulldozers del gobierno municipial arrasaron ese bello jardín. El alcalde Rudolph Giuliani se ha dedicado a acabar con todos los huertos de la comunidad como si fuera una promesa de campaña. Giuliani y sus aliados políticos, que son los desarrollistas, los terratenientes y los especuladores, tienen una visión para el futuro de Nueva York en la cual no hay lugar para los pobres (que son mayormente afroamericanos y puertorriqueños) ni mucho menos para sus molestosos jardincitos que interfieren con el «progreso».
Dice Sarah Ferguson en su ensayo, "Muerte del pequeño Puerto Rico" («The Death of Little Puerto Rico»), lo siguiente:
«El movimiento para preservar los huertos de la comunidad debería abrir los ojos de la gente al rol silencioso pero fundamental que desempeñan los huertos en humanizar una ciudad sobrepoblada de extraños. Más que espacios verdes, los huertos de Nueva York son microcosmos de democracia, donde la gente establece un sentido de comunidad y de pertenecer a la tierra. Como las pequeñas capillas y altares que construyen sobre sus huertos de flores, estos paraísos eclécticos son _en un sentido muy real_ iglesias, en las que la gente encuentra fe, en ellos mismos y en sus vecinos. Cuando me mudé en 1994 al edificio donde actualmente vivo, yo resentía la salsa y merengue que los puertorriqueños y dominicanos en mi manzana ponían en sus estereos toda la noche. Tras un verano jardineando con ellos, llegué a verlos como una familia extendida».
«Horticultura de Vanguardia" provee no solamente un recuento de estas luchas sociales y ambientales sino que además, en ensayos escritos por Lyx Ish y Miekal And, examina los diferentes aspectos culturales, económicos, políticos y ecológicos de la producción de alimentos y la jardinería como expresión artística y acto político. También contiene una extensa crítica a las nuevas tecnologías de ingeniería genética escrita por este servidor.
El libro está dedicado a la memoria del puertorriqueño Armando Pérez, quien fue brutalmente asesinado en abril de 1999. Pérez fue uno de los fundadores del centro cultural boricua Charas, que queda en la calle nueve de Manhattan, en medio del sector latino conocido como Loisaida. Ante los intentos de la administración de Giuliani y los especuladores de desahuciar a Charas, él exclamó que tendrán que matarlo antes de que saquen al centro cultural del edificio donde está.
Fue asesinado pocos días después de decir esas palabras.
Para obtener este libro, contacten a Autonomedia: P.O. Box 568, Williamsburg Station, Brooklyn, NY 11211. C.e.:
info@autonomedia.org autonomedia.org
Avant Gardening: Ecological struggle in the city and the world. Peter Lamborn Wilson y Bill Weinberg, editores. Autonomedia, 1999. 165 páginas.

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